domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Un golazo al gobierno de Lula?

Si algo ha caracterizado la política internacional de Luiz Inácio Lula da Silva ha sido su prudencia.
Si bien el presidente brasileño ha prestado sus buenos oficios para solucionar varias crisis en la región, su lema ha sido “no intervenir en asuntos internos de otros países”.

Sin embargo, la llegada del presidente derrocado Manuel Zelaya a la embajada de ese país en Tegucigalpa puso en entredicho esa prudencia.

Aunque el brasileño ha afirmado en varias oportunidades que él no estaba al tanto de los planes de Zelaya, hay quienes piensan que alguna persona de su gobierno sí sabía.

En Honduras y Estados Unidos se rumora, tras bambalinas, que la jugada pudo haber sido orquestada por Marco Aurelio García, asesor internacional de Lula, muy cercano ideológicamente a Hugo Chávez y quien maneja múltiples contactos con agrupaciones de izquierda en Europa y América Latina, incluidas las Farc.

García habría orquestado la llamada Operación Zelaya con ayuda del no menos polémico Ramón Rodríguez Chacín, ex ministro venezolano del Interior y supuesto enlace de las Farc con Chávez.

Así lo afirmó periodista venezolano Luis Felipe Colina en su sección “Carrusel Político” del periódico La Razón.

“Está confirmado que el ex ministro del Interior Ramón Rodríguez Chacín fue el encargado de dirigir los escoltas venezolanos que custodiaron al ex Presidente Zelaya durante su ingreso a la sede diplomática de Brasil”.

Y lo recalcó también Nelson Bocaranda en El Universal de Caracas: “El ex capitán del ejército venezolano, Rodríguez Chacín, habría orquestado el regreso de Zelaya con apoyo nicaragüense”. Fuentes consultadas por El Espectador en Washington aseguran que el primero es el autor intelectual de la “Operación Zelaya”, y el segundo el ejecutor en tierra.

El 22 de septiembre, la esposa del presidente derrocado, Xiomara Castro, llegó a la embajada brasileña y como el embajador no estaba, le pidió al encargado de negocios, Francisco Resende Catunda, que recibiera a su esposo.

El encargado llamó a Brasilia y desde allá le dieron el sí. ¿Quién? Es un misterio y a estas alturas ni el propio Lula ha confirmado si fue o no con su beneplácito.

Lo que sí han negado rotundamente los brasileños es haber participado en el retorno de Zelaya a Tegucigalpa. “La elección de la sede diplomática brasileña fue por causa de la vocación democrática de Brasil, del presidente Lula y de Marco Aurelio García, y claro, por su peso internacional”, destacó Zelaya.

El presidente depuesto estuvo en El Salvador el 21 de septiembre, en donde aterrizó en un avión venezolano. En el aeropuerto de San Salvador se reunió con José Luis Merino, alias “Ramiro Vásquez”, un influyente personaje del Frente Farabundo Martí para la Liberación que vivió en la clandestinidad durante los años de la guerra civil salvadoreña y aparece en los computadores de Raúl Reyes por, supuestamente, haberse ofrecido como interlocutor entre un distribuidor de armas australiano y las Farc.

“Vásquez es un tipo con un historial larguísimo en la vida clandestina, entrenado en Moscú y en La Habana.

Zelaya tenía toda su experiencia a su disposición”, explicó a este medio el periodista de The Wall Street Journal José de Córdoba, minucioso seguidor de esta historia. “Vásquez está en el meollo de las relaciones entre Chávez, las Farc y el FMLN”, resaltó.

Según las fuentes de un muy bien informado columnista venezolano, la operación Zelaya tenía el propósito de introducir al presidente derrocado en la sede de la ONU en Tegucigalpa, aprovechando la realización de la Asamblea General en Nueva York.

Pero una imprudencia de Chacín frustró esa operación y García no tuvo más remedio que pensar en la sede de Brasil en Tegucigalpa para recibir al mandatario derrocado.

Las versiones de cómo ingresó Zelaya al país incluyen el carro de Gloria Oquelí, presidenta del Parlamento Centroamericano (Parlacen) y la ayuda de Yani Rosenthal, un empresario hondureño, ex ministro de Zelaya.

“Llegó luego de superar muchos obstáculos y eso es lo que importa”, afirmó Chávez.

Rodríguez Chacín ha guardado silencio y como siempre permanece en la sombra.

García ha salido para criticar el tibio papel de Estados Unidos en la crisis y pedir la restitución inmediata de Zelaya en el cargo.

¿Qué tan perjudicado podría resultar Lula con esta situación? Héctor Schamis, profesor de la Universidad de Georgetown, explica: “Lula hasta ahora está ganando protagonismo por hacer presencia en la escena internacional y porque es una manera de proyectar a nivel hemisférico su imagen de gran estratega, consistente con los principios de la política extranjera de Brasil”. Y agregó: “Si la historia termina bien, Brasil se lleva la medalla de oro”.

Un puesto en el club de la seguridad

El Consejo de Seguridad en la ONU, que cuenta con la presencia permanente y poder de veto de China, EE.UU., Francia, Rusia e Inglaterra, ha regulado el ritmo de los conflictos internacionales desde 1948.

Brasil, acompañado por las dos potencias derrotadas en la Segunda Guerra Mundial (Alemania y Japón) y de la cada vez más poderosa India (llamados el G-4) ha buscado con intensidad durante los últimos diez años una reforma que permita su ingreso como miembros permanentes.

Aunque las negociaciones continúan y Estados Unidos parece apoyar la inclusión de Brasil (sin derecho a veto), el país aún cuenta con una fuerte resistencia por parte de Argentina y México, que ven con recelo su disparado liderazgo en el hemisferio.