lunes, 28 de marzo de 2011

Cubillas, Chávez y las Farc al estrado

Pedro Lastra.
Quien crea que Chávez tiene el camino alfombrado de rosas hasta diciembre del 2012, está profundamente equivocado. Que el régimen y no pocos dirigentes opositores – que ruegan por pasar agachaditos a ver si resuelven este peo con unas gotitas de Calvin Klein y un ramo de orquídeas – se enteren: en cualquier momento y en cualquier lugar revienta el paquetazo de las sorpresas y estalla la bomba de tiempo dejada por los abusos, atropellos, violaciones a los derechos humanos y demás gracias del déspota. El cielo se está nublando, camará.
Si Chávez cree que intentando un triple salto mortal sin red sobre el palacio presidencial de Trípoli arregló todos sus entuertos, está sumamente equivocado. Y más lo está si cree que con la salida de Uribe y la llegada de Santos a la presidencia de Colombia se arregló el entuerto de sus relaciones con las FARC y el narcoterrorismo. Más lo está si cree que las computadoras de Raúl Reyes pasaron a la historia. Viven, y están coleando. Tanto que acaba de reaparecer el fantasma del segundo de a bordo para agriarle la digestión. Y espantarle el sueño.
La gran noticia de portada del diario El País de ayer fue explícito y no dejó lugar a dudas: el juez Eloy Velasco decidió someter a proceso al más sonado de los tríos de la ETA y dictar boleta de detención y encarcelamiento a quienes acusa de unirse a las FARC y darles asistencia en el manejo y colocación de explosivos, así como en la formación de cuadros terroristas.
De los tres, el de mayor resonancia internacional es Arturo Cubillas, protegido del régimen, mano derecha de Elías Jaua, jefe de seguridad del INTI y solicitado en extradición desde octubre del 2010. ¿Dónde lo metió Hugo Chávez para salvarlo de las garras de la Audiencia Nacional española? ¿Seguirá los pasos del etarra que su embajador en Madrid y entonces Fiscal General de la República Isaías Rodríguez escondió en uno de los socavones de su despacho para evadir el cerco de la justicia española? ¿O cumplirá con su obligación, detendrá a Cubillas y lo enviará esposado a Madrid antes que sea demasiado tarde?
Se reabre, pues, el sórdido entramado del terrorismo internacional que Hugo Chávez diera por cancelado con un par de escarceos diplomáticos. Vuelve a explotarle en el rostro el pestilente paquete del narcoterrorismo y el sulfato de amonio que despide el bacalao etarra lo tendrá al borde de un paro respiratorio.
Pues detrás de Cubillas está Elías Jaua, detrás de Jaua Hugo Chávez y detrás de Chávez INTERPOL y todos los servicios de seguridad de Occidente. Que habrán tomado debida nota de la apuesta de alto riesgo que el teniente coronel asumió saliendo en defensa de uno de los más repulsivos, degenerados y represivos de los tiranos del mundo árabe. Que ahora mismo bombardea pueblos inermes con todo el poderío de su terror de Estado para aplastar los anhelos democráticos del pueblo libio.
Quien crea que Chávez tiene el camino alfombrado de rosas hasta diciembre del 2012, está profundamente equivocado. Que el régimen y no pocos dirigentes opositores – que ruegan por pasar agachaditos a ver si resuelven este peo con unas gotitas de Calvin Klein y un ramo de orquídeas – se enteren: en cualquier momento y en cualquier lugar estalla el paquetazo de las sorpresas y revienta la bomba de tiempo dejado por los abusos, atropellos, violaciones a los derechos humanos y demás gracias tenebrosas del déspota.
El cielo se está nublando, camará.